viernes, 18 de marzo de 2011
Mensaje de Cuaresma de nuestro Arzobispo, Monseñor Pastor Cuquejo
Mensaje del Arzobispo Metropolitano por la Cuaresma 2011
La celebración de la Pascua tiene su propio significado y este año se inserta en el bicentenario de nuestra independencia patria. Estos dos acontecimientos nos motivan para conmemorar y revivir la esencia de nuestra existencia misma como cristianos y paraguayos. Con el lema “Una nueva evangelización para un nuevo Paraguay”, la Iglesia nos invita a recorrer los cuarenta días de este tiempo litúrgico, llamado la Cuaresma, en un clima de profunda oración, penitencia y caridad operante.
Es un tiempo oportuno para revisar con sinceridad nuestra vida en relación a Dios y al prójimo. Es un tiempo de penitencia, de reconocimiento sincero de los vicios personales y sociales, los cuales tantas veces cobran formas de pecado; es un tiempo de conversión personal y comunitaria.
En nuestra cultura posmoderna, la conciencia va perdiendo su autonomía en la cual la mayoría vive para sí, desentendiéndose de Dios y del prójimo. Con facilidad los ojos se cierran cuando ven las necesidades de los más carenciados. El mayor mal es la falta de amor-caridad, la indiferencia hacia aquellos que sufren enfermedades, extrema pobreza, la inseguridad sicológica y social que se cierne sobre nuestra comunidad nacional.
En este tiempo de cuaresma, nuestro Padre Dios nos pide esforzarnos para transformar nuestra vida personal y nuestros vínculos familiares y sociales. Dios Creador nos pide que cuidemos de la naturaleza, que la administremos responsablemente y la disfrutemos. Esto significa instaurar la cultura de la protección de la protección de todo lo creado.
Es responsabilidad de todos los cristianos y particularmente de los católicos, apoyar con su esfuerzo sostenible para restaurar, mantener y promover toda la creación. El Señor nos pide que seamos solidarios dentro del hogar, con nuestros vecinos y en nuestros barrios. En este sentido somos llamados a realizar acciones comunitarias concretas, con un espíritu de alegría mirando hacia la Pascua, realizando mingas ambientales, ayudando a eliminar por ejemplo los criaderos de mosquito para prevenir el dengue, azote de nuestra población y otro tipo de enfermedades.
Nos pide que llevemos la alegría propia del cristiano en el ambiente que frecuentamos; de esta manera reflejamos a un Dios bueno, compasivo, comprensivo y misericordioso. Además de la oración y la penitencia, la caridad operante debe concentrarse en una atención especial a los niños, ancianos y enfermos, a las personas abandonadas e indefensas que necesitan de nuestra solidaridad, de un espíritu de esperanza para poder seguir viviendo.
Poniendo en práctica estas recomendaciones, estamos seguros que la Pascua Gloriosa nos encontrará renovados y felices. En esta cuaresma acompañamos a Jesús a través de nuestro prójimo como El lo paso desde el pesebre hasta la cruz, con la esperanza de encontrar el sepulcro vacío, porque El verdaderamente resucitó.
+ Mons. Pastor Cuquejo
Arzobispo Metropolitano
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